18 sept 2010

CAPITULO 4: STAVANGER Y EL PREIKESTOLEN

Un meneo extraño... ruido... algo confundido abro los ojos y poco a poco mi mente se hace una idea de donde estoy. Son casi las 6:00AM y acabo de despertar. Empiezo a sentirme feliz, he batido mi propia marca de dormir en un tren/bus/avion/coche. 5 horas sin despertarme. Debe de ser una nueva plusmarca mundial. Lo cierto es que a pesar de la almohada hinchable, la mantita y el asiento reclinable, puede que en el tren nocturno se duerma, pero otra cosa bien distinta es que se descanse. Por la ventana, los lagos, casitas de madera típicamente noruegas y bosques se alternan con ciudades y complejos industriales. Estamos llegando a Stavanger, la región industrial por excelencia del país y capital noruega del petróleo.

A las 7:03, con absoluta puntualidad, abandonamos el abarrotado tren, que además del kit comentado, dispone de servicios como wi-fi o tres enchufes bajo el asiento para conectar el portátil. Nos vamos al hall de la estación, donde guardamos nuestras mochilas en consigna y desayunamos un capuchino con unos bollos suizos, que están de oferta en el Narvessen. Salimos de la estación en busca de la oficina de turismo, que se encuentra cerrada. Damos un paseo por el muelle y visitamos la catedral, mas bonita que la de Oslo. La parte del muelle es especialmente bonita por las casitas de madera y el adoquinado, que le da un aire especial. A las 9:00 en punto, la oficina de turismo está abierta y nos informan de los horarios de nuestro próximo objetivo. El popular Preikestolen.

Nos dirigimos al punto de partida. Hay que subirse a un ferry que te lleva a Tau, al inicio del Lysefjord, desde donde parte un autobús que te conduce a un camping, desde donde empieza la ruta. Todo absolutamente sincronizado, como no podía ser de otra forma en Noruega. Además, en el ferry comprabas el billete combinado de ida y vuelta, que además de ser más barato, te ahorra tiempo.

Subimos al ferry sin que nadie nos pida el billete. Hay un cartel en el que te ruegan que busques al revisor para comprarlo y te recuerda que intentar viajar gratis es de mala educación ¿os imaginais eso en España? De acuerdo con la educación escandinava , voy a comprar los billentes y en la cola conocemos a una pareja de españoles, Salva y Gema, unos valencianos muy "apañaos" con los que enseguida congeniamos. Antes de subir al bus, hacemos un "Spanish corner" con otra pareja de Vitoria, con lo que le viaje de ida se hace bastante corto. Aún así, se nota que es el primer ferry y sacamos fotos a todo, como buenos turistas.

Bajamos del ferry y efectivamente, el bus está sincronizado. Montamos en el bus los 6 españoles y nos dirijimos al Preikestolen. Nada mas comenzar, averiguamos quien es vasco y quien no. Alfonso y su chica vitoriana "vuelan" por el empedrado sendero mientras nosotros preferimos tomarlo con calma. El cartel nos anuncia 2 horas de caminata y creedme, si en Noruega dicen 2 horas andando, no son 1h30', son 2 horas.

Toni, Gema, Salva y yo.

La subida se hace durilla. Incluso para alguien acostumbrado a la montaña como yo. Aqui empiezas a hacerte una idea de la pérdida de perspectiva en cuanto a distancias. Uno se imagina una excursión tipo subir a la "Peña del Águila" en Mancha Real y el sendero tiene pasos de piedra curiosos y un trepado lindo hasta la cima. El desnivel acumulado es casi 1.000 mts y eso en 2 horas de subida es un buen pateo. Eso sí, las vistas del recorrido son increibles y para cuando llegas a la cima, te has quedado sin palabras. Una vez más, cualquier cálculo o idea que te hagas en este país en cuanto a distancias no sirve de nada. Todo es inmensamente más grande de lo que imaginas.

El famosisimo Preikestolen

Así que allí estaba. La famosa piedra del púlpito del Preikestolen. Una base de piedra cuadrada al borde del fiordo. Desde ahí, mas de 800 mts de caida libre hasta el mar. Impresiona ver lo diminutos que son los barcos de los cruceros desde aquí arriba. La vista se pierde en la inmensidad del fiordo. El turquesa de las aguas te deja sin palabras. Es posiblemente la vista más bonita que has tenido en tu vida. No hay palabras para describir lo que ves. No hay fotógrafo en el mundo capaz de captar la inmensidad de estas vistas. Te hartarás de ver fotos de este lugar, te contarán cien historias sobre él y aún así toda idea que te hagas será pequeña cuando te encuentres sobre este increible balcón natural.

Panorámica del Preikestolen

Allí podríamos estar toda la vida. No te cansas de estar allí, pero esto es Noruega, así que el cielo comienza a rugir y una tormenta hace que se produzca una desbandada de gente hacia abajo. La bajada se convierte en una romería, en el que cada persona que había en el camino era un rival para el asiento del autobús. Hay que explicar que el autobús pasa cada 2 horas y esperar todo ese tiempo bajo la lluvia no le gusta a nadie. Así que iniciamos una carrera por equipos para llegar a tiempo al bus de las 15:10. Pero hay tal cantidad de gente que en los pasos técnicos es una odisea avanzar. A las 15:05 aún nos quedan 1,5 kms de bajada, así que decido arriesgarme y bajo corriendo por la trialera hasta la parada. Llego al autobús justo cuando cierra la puerta e inicio un proceso de negociación. Le explico que somos 4 personas y que una se ha doblado el tobillo en la bajada y que si nos puede esperar. El dice que tiene un horario que cumplir, pero a base de insistir, gano el tiempo suficiente para que lleguen corriendo, así que me pregunta que cual es el cojo del grupo.

Subimos al bus antes de que el cielo definitivamente empiece a romperse y a llover con mucha intensidad. De nuevo nos reagrupamos el Spanish Corner y comentamos lo impresionante de la excursión. Al llegar al ferry, me doy cuenta de que he perdido el billete en la negociación con el conductor del bus. El ferry estaba a punto de zarpar, ya que iba tarde gracias a que yo había retrasado el bus... y nosotros sin billete... Aqui aparece otra vez más el caracter noruego. El conductor del bus, al que yo había engañado para poder montarnos, baja del bus y sube al ferry a explicarle al revisor que nosotros si teniamos billete, pero que con la prisa lo habíamos perdido. Además aprovecha la ocasión para estrecharme la mano y desearme una feliz estancia en Noruega, con amabilidad y sonrisa. Juzguen y comparen. ¿Pasaría algo así en España?

El caso es que llegamos a Stavanger, mas tranquilos, ya que Esmeralda, nuestra siguiente anfitriona, se había puesto en contacto con nosotros durante la excursión. Nos desepedimos de Gema y Salva y de los chicos de Vitoria, a los que volveríamos a ver en alguna ocasión mas durante el viaje y vamos a recoger las mochilas a la estación del tren, punto de encuentro a su vez con Esmeralda.

Esmeralda aparece conduciendo un Chrysler Voyager junto con un chico de rasgos típicamente noruegos. Nos presentamos y enseguida nos advierten que Bjarte, el novio de Esmeralda, no habla todavía español. Esmeralda es noruega, aunque de origen colombiano. Es decir, tiene lo mejor de cada casa, la educación y amabilidad nórdica a lo que se suma el caráceter alegre y espontáneo latino. Nos conduce hasta su casa. Primera sorpresa: la puerta de la casa está abierta. Preguntamos a Esmeralda y nos responde "¿para que la quieres cerrada?" Está claro, en este lugar del mundo los robos son hechos aisladísimos y la gente tiene total confianza de tal manera que las casas y los coches están abiertos. Los jardines están poblados de bicicletas y carros de niños sin más vigilancia que el cielo abierto y nunca sucede nada. Estamos en el país mas seguro del mundo.

Entramos a la acogedora casa a donde poco a poco va llegando su familia. Nos ponemos cómodos y comenzamos a charlar, antes de que cante un gallo, la mesa está puesta, solo para nosotros, ya que ellos ya han cenado... ¡¡son las 17:30!! A mi se me acumula el trabajo, no puedo hablar y comer a la vez. Bjarte, el novio de Esmeralda, está deseoso de saber cosas de España y yo respondo en inglés a todas sus inquietudes. Una de ellas era saber de como nos divertiamos. Le contesté que eramos algo mayores para estar de discotecas, así que habitualmente nos reuníamos en casas con amigos a tomar unas cervezas o un vino. Este detalle le llamó la atención especialmente...

Cenando con Esmeralda

Terminamos de comer y Bjarte se despide, porque tiene una reunión de trabajo. Seguimos la conversación con Esmeralda, una gran tarde de risas. A eso de las 21:00h, aparece Bjarte, pidiendo disculpas. Se ha hecho tarde y le ha costado encontrar cerveza, vino y sidra para pasar la noche... Había tenido que ir hasta las afueras de la ciudad, ya que a partir de las 17:00 está prohibido vender alcohol y solo podía comprar cerveza en lugares especiales, donde las venden a precio de oro.

Así que la noche se presentaba animada, como realmente lo fué. Hasta cerca de las 2 de la madrugada, hablando, bebiendo y riendo. Por fin conocemos el espiritu couchsurfing. O al menos el que esperabamos encontrar. Gente maravillosa que te abre su casa y comparte contigo una cena, una cerveza y que te abre la mente y te llena el espiritu. Realmente, Esmeralda y Bjarte lo fueron. Son de esa clase de gente con la que hemos pasado solo unas horas y estamos deseando volver a verlos aquí en casa. Así que con una sensacion maravillosa por la compañia y por la borrachera, nos fuimos a la cama, que nuestro viaje continua al dia siguiente.

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