3 ago 2011

RUMANIA EN BICICLETA. CAPITULO X. "SARDINAS EN LATA"

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Poco antes de las 9 de la mañana, según lo acordado, suena el móvil para confirmarnos que nos está esperando con la Opel Zafira. Daniel, el dueño de la empresa de alquiler, es escéptico acerca de que las bicis y nosotros entremo ahí, pero le digo que no será problema. Roger y yo le acompañamos a hacer el contrato y pagarle. Durante el trayecto, descubrimos que al norte de la ciudad, hay un par de edificios, que no habíamos visto de Brasov, la puerta de entrada a la ciudad antigua y una muralla.

Volvemos a la casa. Mientras Toni y Marta han aprovechado para recoger todos los bártulos y pagar la estancia. Como curiosidad decir que no solo aceptaban el pago en euros. Es más, si pagas en euros, te daban la vuelta en LEI, pero te hacían un cambio superior al oficial, con lo que salía algo más barato (es decir, nosotros pactamos 43€ por las dos habitaciones. Si pagabas en LEI, eran 43€, si pagabas en euros, salía en unos 41€). Al principio creímos que tal vez "trapichearan" con los euros. Sin embargo, una vez en España, he indagado que muchos rumanos y búlgaros están acumulando divisas cara a la entrada del euro en sus países.

Desmontamos las bicicletas y comenzamos a meter todo en el coche. Aprovechamos todo el espacio del maletero y aún y así, necesitamos ocupar el espacio central del asiento trasero para colocar los macutos. Somos sardinas en una lata. Comprobamos que el aire acondicionado,  efectivamente, no funciona, así que toca ir con las ventanillas bajadas.

El primer objetivo del día es el Castillo de Peles, en Sinaia, una recomendación que Alexandra nos hizo el primer día en Rumanía. Roger ejerce de conductor oficial. Al principio, el copiloto soy yo, sin embargo, las sinuosas carreteras rumanas, hacen que Marta se maree. Hacemos una parada para que se le pase el mareo y aprovechamos para desayunar. Tras hacer el panoli en un hotel de 4 estrellas, vamos a un super que tiene máquina de café y toda clase de bollería de esa que la OMS dice que no se debe comer.
Castillo Peles

Continuamos el camino y llegamos a Sinaia. Subimos al Castillo de Peles por un largo camino adoquinado y comprobamos que, efectivamente es realmente bonito. Llegamos a la cola que hay para entrar y sacamos un ticket para una visita guiada. Sale un guia buscando un grupo para hacer la visita en francés y le pregunto por una visita en español. Comienzo a negociarla con él y nos salimos de la larga cola. Nos dice que no es posible una visita en español para 4 personas, pero justo en ese momento, nos llaman para una visita en inglés y con un poco de cara nos ahorramos toda la cola.
Castillo Peles.

Al entrar nos hacen poner un cubrecalzado. Para hacer fotos nos exigen un cánon extra, que nosotros no pagamos. Aún así, conseguimos hacer alguna foto burlando a las empleadas que se encargan de que no la saquen (algo parecido a lo que pasa en la Capilla Sixtina).  El interior de este Castillo es tan espectacular como el exterior.
Interior castillo
Vidriera
El Castillo de Peles, es una edificación construida entre 1839 y 1914 por el Rey Karol I, primer rey de la Rumanía independiente. Su función era generar una demostración de poderío y lujo a los reyes vecinos y para ello, no escatimó en gastos. Salas enteras de madera de ébano y roble talladas a mano, lámparas de cristal de murano, paredes y solerías de mármol florentino... mil detalles de increible lujo, que imagino que serían costeados con el sudor de la frente de sus compatriotas rumanos. De todos estos detalles, a mi me llamaron poderosamente la atención la "Sala de los espejos", donde hay 4 impresionantes espejos de dimensiones colosales, que fueron traídos desde Venecia. Según nos contaron, fueron encargados por el Rey y traídos en un barco especial hasta la costa. Sin embargo,  Sinaia está en el interior de Rumanía y tuvieron que ser transportados en carros de caballos por los tortuosos caminos de principios del Siglo XX, con sumo cuidado de que no sufrieran daño alguno, pues el rey había dispuesto que si los espejos se rompían, los encargados de su transporte serían ejecutados. Se tardaron unas 6 semanas en recorrer los 300 kms que separaban Sinaia del mar.
Una de las salas del castillo
Cura ortodoxo griego
Toda la visita la hicimos con un grupo de griegos guiados por dos curas ortodoxos con aspecto de luchadores de sumo, que se movían y hablaban con un depotismo que daban auténtico asco. Sin embargo, la visita merece la pena, ya que es un lugar tremendamente bonito y curioso. Si alguien ha estado en Portugal, le recordará al Castillo de Sintra, solo que este es a lo bestia. La anécdota al salir fue que nos cruzamos con un tio, que yo juraría por el aspecto que era el actor Paul Bettany (El Código da Vinci, Master and Comander, etc.). Si no era  él, desde luego era su clon, pero el que apartara la vista a toda prisa cuando lo reconocí, me hace pensar que era él.

Tras la visita a Sinaia, desandamos nuestros pasos, rumbo a Sighisoara, nuestra próxima parada. Para ahorrar tiempo, decidimos comer en un Mc Donald's a las afueras de Brasov. Una hamburguesa rápida y de nuevo carretera y manta camino de Sighisoara, a la cual llegamos a media tarde.

Lo primero, buscar un hotel. Descartamos 2 hoteles de 4 estrellas superlujosos a muy buen precio, para terminar en un hotel de 3 estrellas más modesto, pero con un nivel de limpieza y decoración más que correctos, solo que a mitad de precio que los 4 estrellas. Tras una ducha, vamos a recorrer Sighisoara.
Sighisoara

Sighisoara es una pequeña ciudad medieval tremendamente bien conservada, lo que le valió la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además es tremendamente popular por ser la ciudad natal de Vlad Tepes Draculea, que además de ser el personaje en el que se inspiraron para crear en mito de Drácula, es considerado un auténtico heroe en Rumanía. Como ya hablé de él en el Capitulo anterior solo diré se cree que nació en esta ciudad en 1431 y que en la casa donde se cree que nació hoy hay un bar y una placa en la que se recuerda tan magno suceso.

Sighisoara es una ciudad bonita y turística, aunque eso sí bastante pequeña.  Tiene un centro fortificado en el que sobre sale su torre del reloj, una joya arquiteura germánica del siglo XII. Alrededor de ella, las calles empedradas y las casonas antíguas le dan un aire especial a este centro histórico. Al entrar a la ciudadela, compramos algunos recuerdos. Marta y Roger miran unas camisetas del Conde Drácula (aqui su mito está algo más explotado turísticamente) y yo les aconsejo una negra que me parece más bonita. Compramos algún recuerdo más y proseguimos la visita.
Sighisoara

Tras callejear por la ciudad medieval, subimos por un angosto y oscuro túnel de madera que lleva hasta el castillo, del que quedan una iglesia, las murallas y un cementerio. Sin embargo, las vistas del atardecer en los Cárpatos son magnificas y más hoy con un cielo que amenza tormenta.

Monumento a Vlad Tepes Draculea
Bajamos de nuevo al centro, esta vez ya buscando un lugar para cenar. Como ya hemos decidido boicotear la comida rumana, vemos una pizzeria, la San Gennaro, un lugar tambien recomendable como pensión si alguna vez visitas esta ciudad. Pedimos una pizzas en la terraza, justo cuando empieza a llover, así que tenemos que trasladarnos dentro. Terminamos nuestra cena, en linea con los restaurantes rumanos, muy económico y de calidad.
Sighisoara at night.

Al salir ya ha anochecido. Algunas terrazas están atestadas de gente que se divierta como si fuera un sábado, solo que es martes. Aunque presiono, no consigo convencer al grupo para que provemos la "noche rumana", así que nos vamos al hotel a descansar, preparando el que será nuestro penúltimo día en Rumanía.

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