25 oct 2010

CAPITULO 11: LAS ISLAS LOFOTEN; EL ATARDECER DE UTAKLIEV

La noche transcurrió entre los ronquidos de un compañero de habitación sueco que parecía un gorrino al que estaban degollando. ¡Que horror!. Esto de los hostels es como la tómbola ecijana, uno no sabe nunca que te va a tocar. Asi que con más sueño que ganas, nos levantamos y bajamos a desayunar. En el comedor del albergue coincidimos con el otro compañero de habitación, un chico alemán que también ha padecido los ronquidos del "inquilino" sueco.

Tras el desayuno, una ducha, recoger los macutos y a abandonar el hostel. Para hoy tenemos prevista la entrada a las Islas Lofoten. Para ello hemos alquilado un coche desde España. El más cutre y barato que ofrecían, un micra. Desde España escogimos la casa de alquiler del centro de Narvik... y se ve que el concepto que Autoeurope tiene del centro de la ciudad no es el mismo que nosotros... Tras 5 kms de caminata a las afueras de Narvik, llegamos al concesionario, donde pedimos nuestro coche y en lugar del micra antiguo que habíamos contratado, nos ofrecen un Toyota Auris nuevo con todos los extras. Al menos se ha compensado la caminata.



Como las provisiones que traíamos de España se están agotando, paramos en un supermercado a comprar provisiones. Con el maletero cargado, atravesamos Narvik de nuevo y poner rumbo por la famosa carretera E6, la ruta del cabo norte y desviarnos por la E10, la ruta de las lofoten.

El viaje son 285 kms y esta vez, por fin, los vamos a hacer a nuestro aire. Es un trayecto largo, porque las carreteras del norte de Noruega, por muy principales que sean, no llegan a la categoría de nacionales en España. Lo normal es que no pases de 80 km/h y si a eso le añades las paradas obligadas a sacar fotos... el resultado fueron casi 6 horas de viaje en coche hasta Valberg. El camino es una solitaria carretera que salta de isla en isla con unas vistas realmente maravillosas. Las lofoten es una cordillera montañosa que surje del Oceano Ártico formando unas islas impresionantemente montañosas que emergen del mar. El resultado es que junto a una playa puedes encontrar formaciones rocosas con nieve en las cumbres. Un contraste realmente increible que hace que te quieras parar en cada curva a sacar fotos. La carretera está plagada de turistas, en su mayoría holandeses, que surcan este paraíso en autocaravana. A mitad de camino, y merced a las paradas y a lo tranquilos que nos estamos tomando el viaje, paramos para comer en un pequeño merendero junto a uno de los puentes que atraviesan de isla a isla. Pese a estar junto a una carretera nacional, es increible la sensación de "escuchar" el silencio. Solo perturba esta paz el aire que de vez en cuando azota la tranquilidad. Las gaviotas posan tranquilas sobre las piedras. Las aguas cristalinas hacen que te entren ganas de darte un chapuzón, pero los 11ºC al sol, hace que se te quiten las ganas.


Así que comparado con el ajetreo de horarios, trenes, autobuses y transbordos de días anteriores, este viaje si nos da la sensación de unas vacaciones. Hacia las 18h llegamos a casa de Marinus, nuestro "buen samaritano" de couchsurfing que nos va a alojar los dos próximos días. En la info ponía que vivía en un pueblo llamado Valberg, pero al llegar vimos que Valberg no eran mas que 20 casas a lo largo de una carretera secundaria, una iglesia y un comercio. Bajamos del coche y saludamos a Marinus, que nos recibe con una sonrisa, que no se borraría en los tres días que estuvimos en su casa.

Nos acomodamos y comenzamos a charlar. Se nos ocurre que uno no está todos los días en el Ártico y como hace un día despejado, sería una buena idea ir a ver una puesta de sol. Así que pedimos consejo a Marinus, que conoce la isla como la palma de su mano. No en vano, se gana la vida como guía turístico en la zona. Nos recomienda la playa de Utakliev.


Subimos de nuevo al coche y con un mapa facilitado por Marinus nos hacemos un itinerario que también nos ha facilitado. El recorrido no nos decepciona, ya que las vistas son increible. Que gran país. Los contrastes de colores que hay en Noruega son algo realmente espectacular. Nunca había estado antes en un lugar del mundo donde uno pudiera creer que cada rincón puede ser el lugar más bonito del mundo. No sales de un valle, una montaña, un fiordo que crees insuperable y estás en otro mejor. Así pues, llegamos a Utakliev. El recorrido era de solo 34 kms, pero empleamos casi dos horas, ya que las paradas para fotos eran constantes. En Utakliev vimos la puesta de sol mas maravillosa de nuestras vidas y con esa imagen regresamos a casa de Marinus.


Al llegar, preparamos algo de cena y compartimos mesa y charla con nuestro anfitrión, quien nos contó su historia. Marinus es un "holandés errante", que vino una vez a Noruega de visita hace 30 años para no regresar. Humanamente, creo que no he conocido jamás a una persona con tan buen corazón. Tiene un defecto de visión en un ojo, que le hace ser prácticamente invidente, además de una pierna coja. Pero es un ejemplo de vitalidad. Se dedica a guiar visitas de turistas, ya que habla alemán, noruego, sueco, danés, holandés e inglés de forma perfecta y autodidacta. También habla español. De una forma lo suficientemente buena como para que sea muy fácil entenderse con él en castellano, pero no incluye el español entre sus lenguas profesionales, porque no lo habla de forma perfecta, lo que da una idea de su honestidad. Le aconsejamos que, debido a su profesión y a lo que se está expandiendo nuestro idioma, que lo incluyera en su tarjeta de visitas, ya que su español es mucho más que bueno, pero él insistía en que era poco profesional. Yo he visto guias en inglés que hablaban mucho peor que yo ese idioma y sin embargo se ganaban la vida con eso. A parte de su profesión, como buen holandés, es un apasionado de la bicicleta y todos los días recorre "su" isla pedaleando. A pesar de su cojera y casi ceguera. En estos momentos, si sus planes están saliendo bien, estará recorriendo Cuba en bicicleta.

De nuevo pasamos una buena tarde-noche... si es que a esto que hay en el Ártico se le puede llamar noche... hacia las 10 de la noche se va el sol y se queda la penumbra típica del atardecer hasta las 2 de la mañana, que empieza la penumbra típica del amanecer, así que la noche tal y como la conocemos aquí, allí no existe en verano. Subimos a nuestra habitación y de nuevo, como fulminados por un rayo, caimos en un profundo sueño.

Ir al capítulo siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario