27 nov 2010

CAPITULO 12: DE LAS LOFOTEN A ESTOCOLMO

Una espléndida mañana nos da los buenos dias. Era como una mañana de primavera en Andalucía, sin una nube en el cielo y con todos los colores de la naturaleza. Así que había que aprovecharlo al máximo. A las 9 de la mañana estabamos desayunando haciendo un desayuno-fusion catalano-noruego. Es decír pan noruego amb tomaquet. El resultado no es ni mucho menos como el pà amb tomaquet catalán, pero al menos quita el hambre. Preguntamos a Marinus si quiere acompañarnos, y haciendo gala de su fama de glotón y a pesar de haber desayunado hace un rato, engulle las tostadas como si no hubiera comido nunca.

Nuestro objetivo hoy es un Tour en coche por las islas Vestvagoya, Flakstadoya y Moskenes, las mas al este de las Islas Lofoten. El paisaje de estas Islas es espectacular. Siguiendo las recomendaciones de Marinus nuestra primera parada es Vikten, un pequeño pueblecito al norte Flajkstadoya con un encanto único. Es un punto relativamente conocido de las Lofoten, y encontramos alguna excursión de adolescentes suecos en la playa. Las casas de madera junto a la playa de arenas cristalinas y el sol del ártico. Es un lugar realmente increible del que no te cansas nunca. Tras hacer las fotos de rigor, seguimos nuestro viaje rumbo a A, el extremo occidental de las Lofoten. Por el camino hacemos cien paradas en cien lugares increibles que no sabría nombrar, pero todos espectaculares. Las Lofoten son es lugar donde cada palmo es ideal. Cada recodo del camino te resulta increible y no sabes ya que foto sacar. 


A mediodia, llegamos al lugar que mas me gustó de las Lofoten, Reine. Es un pueblecito pescador con las casas de madera colgando en el fiordo. Me gustó porque el lugar que tiene la fama es A, y mas allá de ser el punto final de las Lofoten,no es tan espectacular como Reine. Paramos un rato en Reine a sacar unas pocas fotos y decidimos comer en A en el acantilado donde se acababa el mundo para los vikingos. Tras el bocata al sol, aunque con los polares puestos. Regresamos hacia Valberg, donde vive Marinus, aunque en esta ocasión, la ruta la vamos a llevar por las carreteras secundarias del sur de las Lofoten.

La vuelta es igual de espectacular, aunque no negaré que al final el paisaje es todo muy igual y empacha un poco. A la vuelta, comprobé lo peculiares que son las gasolineras de Noruega. El sistema funciona así: metes la tarjeta de crédito en el surtidor y tecleas el pin. Te echas el gasoil que necesites y cuando cuelgas, la maquina te cobra el importe. Por cierto, que el litro de gasoil, al cambio ronda los 3 eurazos, asi que el depósito lleno te sale por un ojo de la cara. Otro motivo más por el que la gente usa tanto los transportes públicos y la bicicleta...

Llegamos a casa de Marinus quien para celebrar nuestra última noche juntos destapa dos botellas de su cerveza de elaboración propia. Tenía un sabor un poco fuerte a regaliz, pero estaba muy buena. Compartimos la cena y nos acostamos pronto, mañana nos espera otro día de esos bien duros.


A la mañana es hora de hacer de nuevo el petate, de lo que ya tenemos bastante experiencia y de despedirnos de Marinus. Tenemos por delante 3 horas de coche y 18 de tren, asi que lo que nos espera es una paliza en toda regla. Cargamos los macutos y nos despedimos de Marinus. Le obsequiamos con otra botellita de aceite de oliva, tal y como hacemos con todas las personas que nos acogen en este viaje. Volvemos a Narvik por la misma carretera que nos había llevado a las Lofoten, aunque esta vez sin paradas para fotografías.
Tras casi tres horas de conducción llegamos a Narvik y aprovechamos para hacer algunas compras... comida básicamente. Devolvemos el coche y el encargado del concesionario se ofrece a llevarnos hasta la estación de Tren. Todo un detalle, nos acaba de ahorrar 5 kms de caminata.

Falta una hora para subir al Malmbanen, uno de los trenes de mochileros mas famosos del mundo y que une el norte de Noruega con el sur de Suecia. Este tren se puso en marcha hace más de un siglo para dar salida la puerto de Narvik, uno de los más importantes del norte de europa, al transporte de las minas de hierro del norte de Suecia y Noruega. De ahi la importancia que ha tenido Narvik en el siglo XX y el hecho de que haya sido uno de los puntos estratégicos durante la II Guerra Mundial.

Aprovechamos esa hora para comer. Afortunadamente, hoy hemos cambiado el menu de bocata, ya que hemos encontrado en el super ensalada y comida preparada a granel. No es un menú gourmet, pero lo cierto es que estamos de pan noruego con salami hasta los mismisimos. 

Subimos a bordo del tren y enseguida hacemos amistad con un mexicano trotamundos que pasea media vida por el mundo buscando su lugar en el mundo, como confesó a dos chicas japonesas con las que intentaba ligar. Una vez se pone en marcha el tren, abandonamos enseguida Noruega y cruzamos la frontera sueca. El tren cruza la región de los lagos suecos y el paisaje es muy bonito. Atravesamos por completo Suecia, de norte a sur sin bajarnos del tren.

Pero el trayecto es eterno. A las 10 horas de viaje ya no sabes como te vas a poner ni que vas a hacer. Para colmo de males, el tren va con un retraso considerable y no estamos ni a mitad de camino. Para cuando llevas 15 horas subido, te das cuenta que hubiera sido mucho mas inteligente sacar algún vuelo interno hasta Estocolmo, aunque hubiera sido mas caro y haber gastado algún dia mas en el ártico, intentando llegar a Cabo Norte.

A las 10 de la mañana, una hora y media mas tarde de lo previsto, llegamos a Estocolmo, que nos recibe con amenaza de lluvia.

Sacamos el callejero e intentamos ubicarnos. El objetivo es buscar la oficina de turismo para informarnos y buscar el hotel que tenemos reservado para ducharnos y descansar, porque estamos reventados. Una vez más mi infalible sentido de la orientación nos lleva en dirección contraria. Finalmente y tras alguna vueltecita gratis, llegamos a la oficina de turismo, nos cargamos de folletos y vamos en busca del hotel, aunque el primer problema es para sacar el billete de metro, ya que no tenemos coronas suecas y solo hay una ventanilla para sacar el abono de un dia con la visa. Tras alguna vueltecita mas por la Centralstations, encontramos nuestro metro que nos lleva al hotel. 

Nuestra idea, como se acercan las 12 de la mañana es darnos una ducha, cambiarnos e ir a comer algo, pero la chica de recepción nos dice que el check-in no es hasta las 15h. La verdad es que en el broucher imprimible que saqué en Alesund, venia especificado esta hora de check-in, pero me pareció tan rara que pensé que era un error. Así que como la chica de recepción no accedía a hacernos el check in antes, de nuevo nos tocaba dar vueltas. Y eso, con lo cansados que estamos, ya nos afecta al humor, de tal manera que estamos los dos como para fiestas.

Subimos de nuevo al metro y para redondear el dia, comienza a llover. Fantástico, tenemos 3 horas perdidas, donde solo podemos ir a dar un paseo y se pone a llover, asi que decidimos comer algo. Y cuando estás en una ciudad cara como es Estocolmo, cansado, perdido y no sabes que comer, lo mejor es el McDonalds, que se convirtió en nuestro restaurante de cabecera durante los dos días que estuvimos en Estocolmo. Esa oferta de Big Mac a 10 coronas (al cambio 1'10€) jamás ha quitado tanta hambre. Por 5€ te comias 5 hamburguesas, asi que jamás hice tan poco por la dieta mediterranea.

Con el estómago lleno, las cosas se ven de otra manera, así que tras comer y descansar en el McDonalds, que además tiene wi-fi gratis, regresamos al hotel, donde ahora sí, podemos ducharnos y después echar una siesta que nos sabe a gloria. Tras la siesta, parece que ha parado de llover, así que aprovechamos para pasear por la Gamla Slam o ciudad medieval, que ha convertido a esta ciudad en una de las mas bonitas de Europa.

Aprovechamos lo que queda de tarde para sacar algunas fotos y planificarnos el recorrido del día siguiente. Al caer la tarde, hace un frio que pela y decidimos volver al hotel, parando lógicamente a por nuestras 5 hamburguesas take-away en el McDonalds aunque para alegrar la mente y el cuerpo, paramos en un supermercado a comprar cerveza, patatas fritas y alguna garguería mas. Todo un detalle el ver latas de cerveza a algo más de un euro y poder comprarlas mas tarde de las 17h.

Degustamos nuestra cena en el hotel viendo una pelicula en ingles con subtitulos en sueco, que es demasiado para nuestro sueño que logra vencernos y caemos rendidos, fruto de la mezcla entre cansancio, cerveza y subtitulos en sueco.

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