21 jul 2011

RUMANIA EN BICICLETA. CAPITULO IV. "EL PRIMER PUERTO DE MARTA Y ROGER"

Si pasas de leer y solo quieres ver las fotos, pincha aquí

Amanece algo nublado y amenaza lluvia. Nos levantamos de nuevo alrededor de las 8:30. Esta vez en lugar de desayunar en la cafetería compramos unas galletas y zumos en el supermercado que hay en la propia pensión. Compramos también una garrafa de agua. He olvidado decir que el agua del grifo de esta zona no es muy de fiar, ya que proviene en su mayoría de pozos y puedes tener problemas. También, para prevenir la pájara sufrida el día de antes, compramos unas provisiones ligeras. El plan de hoy es visitar el Monasterio de Sucevita y llegar hasta Campulung Moldovenesc, pasando por Moldovita, donde visitaremos el último de los Monasterios pintados.
Monasterio Sucevita

Detalle Monasterio Sucevita
Iniciamos la marcha sabedores que los próximos 70 kms van a ser algo más duros que un paseo en bicicleta. Un par de kilómetros más adelante, paramos en el Monasterio de Sucevita. Este es igual de espectacular que los dos anteriores, pero además cuenta con la ventaja de que las pinturas de la fachada están mucho mejor conservadas. A pesar de que en el interior de los Monasterios está prohibido filmar o sacar fotos, consigo colocarme la cámara de fotos en posición video del cuello y grabar con disimulo el interior y los trabajos de restauración que se están llevando a cabo en él.
Paredes Monasterio
Salimos del Monasterio de Sucevita y enfilamos la carretera que nos lleva hasta hacia el Puerto de Ciumarna. Todo el grupo sabía que hoy nos enfrentabamos a un puerto de montaña de cierta dificultad. Yo sabía que Toni no iba a tener demasiados problemas en subirlo porque los últimos días de entrenamiento en Jaén llevaba un ritmo bueno en las piernas, pero tenía un poco de miedo de que Marta y Roger no estuvieran preparados para un recorrido duro, ya que ellos mismos habían confesado que estaban algo "acojonados".
Convenía marcar un ritmo tranquilo, sin prisas pero sin pausas. Un ritmo que no hiciera la subida excesivamente dura ni excesivamente pesada. Así que marco una marcheta tranquila. Hacemos un tramo de aproximación de unos 10 kms en terreno de "falso llano". Al inicio del puerto, encontramos una señal que nos indica que la subida va a tener un 10% de desnivel y a mi me entra un poco de preocupación, porque si el puerto son unos 15 kms y el desnivel es del 10% vamos a petar seguro.

Agricultores rumanos en Sucevita
Sin embargo, el 10% no aparece por ningún sitio. La subida es suave, aunque la distancia no la conocemos. Tampoco tenemos referencia visual alguna, ya que los bosque de los Cárpatos son tan extraordinariamente espesos, que la sensación es de pedalear por un túnel de abetos. Afortunadamente el tiempo es perfecto. No hace demasiado sol como para quemarte ni demasiado frio como para ser incómodo. 

Coronando el Puerto de Ciumarna
Avanzamos según lo previsto. Sin prisa pero sin pausa. A mitad de puerto hacemos una paradita a reponer fuerzas. Comemos algo y seguimos subiendo. Cuando creíamos que el puerto se iba a acabar, la carretera seguía subiendo, así que la subida comienza a hacerse bastante pesada. Miro el mapa y calculo a ojo de buen cubero que quedan unos 2 kms para la cima. Decido adelantarme para comprobar lo que puede quedar hasta la cima. Los cálculos no me fallan demasiado ya que estábamos a 2'5 de coronar. Vuelvo hasta el grupo y les animo ya que les queda algo más de 1 km hasta coronar.

Panorámica del Puerto de Ciumarna
Coronamos y paramos a comer y a disfrutar de las magnificas vistas que hay desde este puerto. En la explanada de la cima, hay un tenderete donde venden mermeladas caseras y una escultura de una mano. Es un punto bastante conocido por sus paisajes porque está lleno de turistas locales y un grupo de italianos en un autobús. Hacemos unas fotos panorámicas, nos abrigamos, ya que el tiempo vuelve a amenazar lluvia y ha refrescado. 

El camino a Ciumarna

Comenzamos el descenso del Puerto de Ciumarna. Afortunadamente, la ruta nos ha llevado por el lado más suave de este puerto, ya que la otra vertiente es un serpenteo vertiginoso donde alcanzamos alta velocidad. Como es la hora de comer, pactamos detenernos en el próximo pueblo, Ciumarna, para comer algo. Al entrar al pueblo, nos paramos en un pequeño y cutrecillo "Magazin Mixt", que es como aqui llaman a las tiendecitas en las que se vende prácticamente de todo. La tienda no nos da mucha confianza, pero  la dependienta nos "vende" con bastante gracia su negocio hablando en italiano, así que compramos un poco de pan, un rico salami casero, unas galletas, chocolate y unos refrescos.

Descenso de Ciumarna
Nos los tomamos en la terracita de la puerta. Durante toda la comida contamos con la compañía de un anciano, seguramente con alzheimer, que se pasó toda la santa hora pidiendonos tabaco. Tan pesado se puso que el dueño de la tienda salió 3 o 4 veces a echarlo. La aldea es tan pequeña que pronto nos convertimos en la atracción principal, así que son muchos los vecinos que frecuentan la tienda, que posiblemente no se haya visto en otra, atraídos por la novedad.
Tiendecilla donde reponemos fuerzas

Con las fuerzas repuestas, continuamos la marcha hasta Moldovita, donde veremos el último de los Monasterios que tenemos previsto visitar. Solo nos va a quedar el de Putna, cerca de la frontera con Ucrania, pero está demasiado alejado de la ruta como para visitarlo. Desde la aldea de Ciumarna hasta la localidad de Vatra Moldovitei es bastante favorable, por lo que cunde bastante avanzar. Solo hay un par de paradas para hacer fotos y otra más a ponernos de nuevo el chubasquero ya que comienza de nuevo a llover. Llegamos con facilidad hasta Vatra Moldovitei nos desviamos hasta el Monasterio de Molodovita. Según el mapa, unos 4 kms, en la práctica apenas uno.
Camino a Moldovita

Entramos en el Monasterio. Lo están restaurando por fuera así que no nos cobran entrada ni nos piden que nos pongamos las faldas típicas, dato que he obviado en la descripción anterior. El Monasterio está también muy bien, pero los andamios desmerecen un poco el lugar. Al salir, nos encontramos con los primeros españoles. Un grupo de Almagro (Ciudad Real) con el que charlamos y alucinan un poquito al ver que somos de Jaén y que le estamos dando la vuelta en bici a Rumanía. 
Llegando a Moldovita
Ahora nos tocaba replantear la etapa. El camino a Campulung Moldovenesc tiene dos opciones. La primera e inicial prevista es subir otro puerto, el puerto de Sadova, algo más corta y espectacular, pero mucho más dura y no parece haber demasiadas ganas de darse una paliza. La opción segunda es seguir el cauce del río Moldova hasta Vama, para volver a la "pestosa" nacional hasta Campulung Moldovenesc.

Empleada rumana junto a la fachada del Monasterio de Moldovita
Cojemos esta última opción. El terreno es bastante favorable y encima tenemos aire a favor, por lo que el camino hasta Vama se hace bastante fácil. Paramos un par de veces a hacer fotos porque el paisaje es increiblemente bonito además de muy auténtico. Al llegar a Vama vemos un cajero automático y esta vez, como ya hemos comprobado que las tarjetas y los cajeros van a escasear por la zona, saco 1000 LEI para ir tirando los próximos días.
Camino a Vama
Continuamos por la carretera nacional que tan poca gracia nos hace hacia Campulung. Además del insoportable y peligroso tráfico, nos encontramos con un terreno rompepiernas y un tremendo aire en contra, por lo que esta última parte de la etapa se pone pesada. 

Afortunadamente, Campulung no estaba demasiado lejos. Al entrar comenzamos a buscar un lugar donde dormir. Justo al principio, encontramos un cartel que anuncia un hotel de montaña a 100 mts y además está muy cerca del cruce que nos tenemos que tomar al dia siguiente. Nos acercamos hasta el hotel a preguntar y ver las instalaciones. El hotel es prácticamente nuevo. Las instalaciones de los alrededores están todavía por terminar, pero por dentro esta todo absolutamente impecable. Las habitaciones son muy acojedoras y cuenta con un restaurante donde estaba la chica que regentaba el establecimiento junto a su hijo de unos 8 años.

La dueña nos atiende en italiano. El precio nos parece razonable, así que para que buscar más. Nos quedamos y parece que vamos a ser los únicos clientes del hotel, justo cuando llegan una pareja de franceses de unos 50 años. Subimos  a las habitaciones a darnos una ducha merecida y a descansar hasta la hora de cenar.
Habitación del hotel por menos de 30€

La cena, de nuevo a base de comida típica rumana. Yo pido Mamalinga, una especie de puré con salsa de yogur y Toni Tochitura, un guiso con carne bastante pesado. Roger y Marta siguen fieles a la milanesa de pollo o snizel du pui con patatas fritas. Sin embargo, compartimos entre todos la comida y una botella de vino. 

Cena rumana

Tras la cena, una sobremesa de risas y de charla hasta que el sueño empieza a ganarnos. Pactamos el desayuno para las 8 del día siguiente. Esta vez, el grupo se impone, con la ayuda de la dueña del establecimiento, ya que yo había propuesto las 7:30 para aprovechar el día. En esa negociación surge una de las frases del viaje "Sería interesante que de una p*ta vez, pudieramos madrugar", con la que nos vamos a la cama.

Ir al Capitulo V

No hay comentarios:

Publicar un comentario